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16 junio 2009

La isla de la manzana

Técnicamente lo que define a una isla es el clima uniforme. Mientras que en los continentes hay variedad climática, las islas están siempre sometidas -en toda su superficie- a un único clima. La uniformidad climática se ve que se pega a menudo en los huesos, y será por eso que la gente de estas islas forman un mundo tan cerrado. En eso Milo no es una excepción: no es ni más ni menos cerrada que el resto de las cícladas. En cualquiera de ellas se considera forastero a todo el que no ha nacido allí. Da igual que las islas estas se llamen así porque están todas en círculos alrededor de Delos: incluso al que viene del islote de enfrente se le tiene por extraño. Y, como dicen aquí, ningún forastero será jamás uno de los nuestros. Para nada.
Milo es famosa, exclusivamente, por una estatua sin brazos que se encontró un tal Yourgos Kendrotas en su terruño, en 1820, o sea hace casi doscientos años ya. La historia de como se encontró la estatua ha dado lugar a libros y libros de polémica. Parece ser que el tal Yourgos se la vendió primero a diplomáticos franceses y luego a los turcos. Al fin y al cabo unos y otros eran sólo forasteros. Aún hoy día hay historiadores turcos que dicen que tienen enterrados los brazos de la estatua en un sitio secreto y que sólo dirán donde si les devuelven la estatua (una idiotez; evidentemente, los franceses prefieren tener una etsatua sin brazos a no tenerla con brazos). Y hay quien dice que la estatua tenía una manzana en la mano... y Milo significa manzana en griego! Lo cual no lleva a ninguna conclusión interesante, pero suena curioso.
Hay que pasear por el sitio donde apareció la estatua para entender un poco todo este lío. El tal Yourgos era de Tripiti, la aldea más acogedora de la isla. Si está es la más acogedora, imagínense cómo son las demás. Tripiti está en una loma, cayendo hacia una larga ladera que acaba en un diminuto puerto natural, que llaman Klima. En Klima las terrazas de las casas se abren directamente a la bahía y toda tienen abajo un garaje que entra en el agua, donde guardan la barca de rigor. El huerto de Yourgos estaba justo a mitad de la ladera. Son unas terrazas áridas de terrones secos donde a duras penas pueden plantarse algunos metros de trigo. A pocos metros del sitio, hacia abajo, quedan los restos de un teatro de la época clásica, construido aprovechando una hoquedad de la ladera. Justo al lado queda escondido en la maleza un lienzo de muralla micénica. Todo muy histórico, pero seco y diminuto. Así que es fácil imaginarse a Yourgos negociando con unos y otros. Con ayuda de un burro subió media estatua hasta el granero de su casa, poco más arriba. En el pueblo corrieron rápido los rumores, pero él llevó el negocio sólo. Y si lo hizo sin dar cuenta de ello a las autoridades seguro que fue para evitar sobornos y mordidas.
Cuentan los que viven aquí que en la isla poco ha cambiado desde entonces, y hasta hay quien pone en duda la honestidad de los pocos policías de la zona. Casualmente me encontré con algunas de ellas en el propio Tripiti. Acababámos de tomar un café (es curioso que para pedir un café solo uno debe encargar "un griego". En mi país eso sería otra cosa) cuando las campanas empezaron un repiqueteo ensordecedor. Así que fuimos diligentes a la iglesia a ver que sucedía. Misa a lo grande, de acción de gracias. Un montón de popes ortodoxos con sus barbas y sus bonetes recibían en el patio a las autoridades locales: varios militares de la comandancia de marina y el jefe de la policía de la isla (al fin y al cabo Milo no tiene más de cuatro mil almas). Después llegó el Metropolitano de las Cícladas, que no es un ferrocarril subterráneo, sino el obispo del lugar. Llegó el buen hombre escoltado por dos policías e interrumpido por la gente que se arrodillaba a besarle el anillo. Militares y policías, todos en armonía, se instalaron junto al obispo toda la ceremonia. El pueblo entero estaba o en la capilla, o esperando en el patio, donde se organizaba un pequeño convite popular y un concierto de rebetika. Nos quedamos un rato mirando, escuchando las conversaciones; y parecía una película. No hizo falta ser muy listo para descubrir a algunos personajes de siempre. El tendero tacaño, el dueño del restaurante que está haciendo dinero, unas hermanas viudas y pías, la mujer ateniense del comandante de marina, el tonto dle pueblo que es viejo y asiente sonriendo a todo.
Parece mentira que una isla tan pequeña (todo esto de lo que hablo está en un radio de menos de seis kilómetros) pueda tener pueblos tan diferentes. Porque si Tripiti es rural y acogedor, la gente de Chora resulta casi fría y orgullosa. Casi en cada isla hay un pueblo llamado Chora, que se supone que es la capital y que está siempre en lo alto de una loma. Incluso con su correspondiente castillo (donde la gente se refugiaba, si podía, de los piratas). Aquí, para ser más elegantes, insisten en llamarlo además plaka. plaka está limpio, en lo alto de su colina. Arreglado y casi pudiente. Nada que ver con Triovassalos. Triovassalos, como su nombre indica, es un cruce de caminos donde apenas hubo nunca nada. Un par de tabernas polvorientas al lado de la carretera. El único sitio de la isla sin casas encaladas en blanco y perfiladas en azul, sin vistas. Será por eso, pero la gente en Triovassalos es arisca. La total ausencia de turismo muestra a los isleños más espontáneamente antisociales. Llega el forastero y se sienta a un café y siempre resulta invisible al camarero. Y por mucho que pase hacia un lado y el otro, atenderá a cualquier lugareño, incluso al recién llegado, ignorando por completo la mesa sin servir del extraño. Hay que llamarlo y a regañadientes viene y apenas informa de lo que hay. Hablamos griego como él, pero podríamos ser de Marte. Como enotras islas del Egeo, la ciudad principal es Adamas, que es donde está el puerto. Una ciudad de verdad con casi mil habitantes y varias calles. aquí el tursimo ha calado y hay algunos restaurantes y un puñado de tiendas de abalorios. Los lugareños que no viven de eso, trabajan el campo y la gente se mueve en pickups por las calles polvorientas. hay varios minisupermercados que venden de todo y hasta una tienda de pesca. El invierno es duro en las islas y la gente, los que no están peleados, se reúnen en las tres tabernas que quedan abiertas a tomar café y a enterarse de las noticias de la isla. aquí llega todo antes que a los pueblos de las colinas y uno puede tener hasta vida privada.
En Milos apenas hay jóvenes ni adolescentes. Todos estudian en Atenas. Los adultos, en Adamas, se sientan frente al puerto; cuando llega el transbordador siempre hay comentarios que hacer mientras se oberva a los recién llegados. Siempre hay cotilleos en el aire; quien conoce la historia se retuerce en su silla de enea al ver regresar al novio cornudo, al ver la másquina que alguien trae para su negocio, las bolsas de ropa que otra ha comprado en Atenas... Al final todo eso hace una vida pequeña, antigua e íntima donde da gusto estar... de visita.

1 comentario:

  1. hola que tal! permítame felicitarlo por su excelente blog, me encantaría tenerlo en mi directorio y tambien tengo un blog relacionado a viajes .Estoy segura que su blog sería de mucho interés para mis visitantes !.Si puede sírvase a contactarme ariadna.ld@hotmail.com

    saludos
    Ariadna

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