El mausoleo era en verdad un monumento al amor que ríete tú el Taj Mahal. Mausolo fue uno de los más brillantes sátrapas de este pequeño reino, vasallo del imperio persa. Constituía dos con la tarea de su padre extendió sus fronteras y aumentó su poder. No está muy claro si solo por costumbre o también por amor verdadero, Mausolo se casó con su hermana Artemisia. Desde luego, por parte de ella fue uno de los amores más intensos de los que se tiene constancia histórica. Sentía tanta devoción por su hermano esposo que cuando murió quedó destrozada, incluso a pesar de haber heredado la corona y convertirse ella misma en sátrapa. Ni la delicia del poder le alivió su dolor. Tras quemar ceremonialmente el cuerpo del rey fallecido guardó cuidadosamente sus cenizas y cada día desde entonces echaba una cuchara de ellas en su bebida para que su enamorado siguiera entrando en su cuerpo incluso después de muerto. Además hizo venir de Grecia a los artistas más famosos de su época para construir y decorar la fastuosa tumba que sirviera para recordarlo para siempre: un monumento inmenso plagado de columnas ciclópeas y decorado con centenares de estatuas. El mausoleo. Ella misma falleció de pena a los dos años, pero no sin antes rubricar una de las páginas más gloriosas de la historia de su reino hasta el punto de ser considerada una de las mejores mujeres gobernantes de la antigüedad. Básicamente ideó una treta que le permitió atacar por sorpresa y por la retaguardia —que es como mejor se ataca— a la flota de Rodas que asediaba su ciudad: descubrió desde su palacio que los barcos griegos concentrados en uno de. Los puertos de la ciudad no podían ver si alguien los atacaba desde el otro, mientas que ella veía ambos. Derrotó a los rodenses, les quitó sus barcos y los usó para entrar con ellos disimuladamente en la ciudad del coloso y conquistarla.
En la actualidad los dos puertos de Bodrum sirven para que fondeen los barcos deportivos de la burguesía adinerada de Estambul. Hay también un trozo de playa ocupado por hamacas donde se achicharran jóvenes venidos de todo el mundo para divertirse y montones de restaurantes, bares y discotecas (no siempre distinguibles unos de los otros) donde la noche y el ruido nunca acaban. Bajo uno de ellos apareció hace tres décadas el sarcófago de la reina Ada, hermana de nuestros Mausolo y Artemisia y también ella sátrapa reinante brevemente.Esta Ada, precursora de la ardorosa de Nabokov, ha pasado a los libros de historia por su alianza con Alejandro Magno, rubricada en una extraña forma: siendo amantes, ella lo adoptó formalmente. El macedonio de rizos dorados, tan liberal en sus gustos sexuales, se convirtió así en su hijo adoptivo, dando lugar a un embrollo incestuoso difícil de seguir. El esqueleto de Ada estaba intacto dentro de su enorme sarcófago de piedra justo debajo de un supermercado. Llevaba aún una preciosa corona de hojas de olivo de oro en filigrana, muy similar a las que se encontraron en la impresionante tumba de Filipo, el padre —biológico— de Alejandro, en Vergina.
Evidentemente no me pude resistir a la tentación de ir al museo donde se guarda y mirar los huecos vacíos de ese cráneo pensando en todo lo que habían visto en su tiempo los ojos que los ocuparon. Me pareció difícil que ninguno de los jóvenes que se torran en estas playas para salir de noche recién untados de aftersun tenga una vida la mitad de divertida de la que tuvo este esqueleto. Aunque cualquiera sabe: las noches de Bodrum también tienen lo suyo.
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