Todas las fotografías del blog son del autor. Está permitido su uso libre, indicando el origen.

12 diciembre 2016

LAS TERMAS DE LESBOS

Lesbos es una isla volcánica y está trufada de manantiales termales de agua caliente o sulfurosa. A veces, en pleno invierno, al pasar por las playas salvajes del norte se ven hileras de humo saliendo del mar. Son los lugares en donde vierten algunos de esos manantiales. Y gracias a ellos, incluso en días con temperaturas bajo cero, uno puede a veces meterse entre las olas.
Así que desde siempre la isla ha tenido termas.
Hay muchas que son bastante famosas; casi todas cercas del mar. Las más antiguas son las de Thermi, en las que se bañaban los generales romanos. Se habla de ellas en escritos clásicos y dieron nombre (en latín) a este pueblecito entre el mar y la montaña. Aún hoy se conservan unas bóvedas muy antiguas a las que se entra a través de un balneario decimonónico ahora casi en desuso.
Sin embargo, cuando en Mitylini alguien dice 'las termas' siempre se refiere a las mismas: un torrente de agua caliente que va a parar a la bahía de Gea, que es mar pero tan cerrado que parece lago: ese círculo de agua que da al mapa de la isla su silueta característica.
Hace mucho -desde siempre, dicen aquí- a alguien se le ocurrió aprovechar el sitio donde las aguas sulfurosas y humeantes vierten al Egeo para hacer primero una piscina; luego unas termas romanas; finalmente, un hammam turco.
Y las dos piscinas del hammam aún funcionan. Están hechas de ladrillo. Con el interior de cada una recubierto de un mármol muy gastado. El techo es abovedado, iluminado apenas por las correspondientes aberturas en forma de estrella. Hay también dos ventanas que dan al mar. En el lado opuesto tres grueso caños gastadísimos y de forma ligeramente fálica vierten continuamente el agua sobre la piscina.
El lugar es muy popular entre los locales que por unas monedas suelen venir a pasar la tarde. Eso sí, la piscina tiene sus protocolos: los señores mayores llegan con su albornoz y sus chanclas de goma, que dejan cerca de la puerta. Entonces entran a la piscina por las escaleras de mármol; hacen dos largos caminando, para que el cuerpo se acostumbre al calor. Es el momento de saludar a vecinos y conocidos al pasar. Luego se acomodan en el banco corrido que recorre todo el perímetro; eso apenas les permite sacar la cabeza por encima del agua. Pasado un rato se colocan bajo alguno de los caños y se quedan ahí un tiempo, disfrutando del masaje que proporciona al caer el agua. Cuando el calor se vuelve insoportable en el agua se tumban fuera, sobre el mármol del borde, con las ventanas siempre abiertas.
Unos amigos de aquí me cuentan entre risas que hace años este era el lugar más romántico para las primeras aventuras románticas y sexuales de muchos jóvenes lugareños. Se colaban de noche quitando la alcayata que sujetaba el candado de la puerta. Llevaban velas y se bañaban o hacían lo que fuera en el agua caliente con esa iluminación. Esas termas, entonces casi abandonadas, forman parte de la educación sentimental de los isleños y mantienen aún la magia de la que están hechos los sueños y la infancia.
Crecer en una isla trufada de rincones de agua termal tenía esas ventajas-

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Datos personales

Mi foto
Aquí ahora, overwhere

VISITAS