Todas las fotografías del blog son del autor. Está permitido su uso libre, indicando el origen.

26 marzo 2014

Los viejos marineros, en Spetses.

El kafeneio de Spetses es el sitio donde todo pasa en la isla. Por la mañana los hombres se sientan en la terraza mirando al puerto y controlan quién llega en el transbordador de Kostas, en el ferry de El Pireo o en los barco-taxis que viajan desde cualquier aldea en la bahía de Nauplio.
Por las tardes, cuando empieza a refrescar, el camarero cierra las puertas para evitar las corrientes y el kafeneio existe sólo para el fútbol.
Hay señores, jubilados, que viven prácticamente atornillados a sus asientos en el café, moviendo ocasionalmente el cuello -para comentar alguna nimiedad con el vecino de mesa- y constantemente la mano, para mantener el ritmo del komboloi.
Spetses es una isla pija. Lo ha sido siempre, desde que Stravoulos el indiano abrió el Gran hotel a imagen de los de Mónaco y consiguió atraer a la burguesía de Atenas. Hoy las tiendas son todas elegantes, los hoteles de diseño, las calles cuidadas. proliferan los restaurantes con nombre extranjero (italiano, español las más de las veces) y decorador de pago. En medio de todo eso, el kafeneio -que no tiene más nombre que ése- resiste como una isla dentro de la isla: un café básico, sin concesiones. Grande y siempre lleno.
El kafeneio evoca el pasado navegante y aventurero de la isla. Lleno de historias y anécdotas, que te cuenta cualquier charlatán a la primera de cambio:
En 1820 el sobrino de Napoleón se escapó un día de casa por eso de vivir aventuras. Influencias de su tío, sin duda. Así que el chaval, de apenas 18 años se vino a Grecia y se alistó en un buque, dispuesto a luchar también él por la independencia Griega. Era la edad de oro de Spetses; cuando los capitanes y las capitanas de la isla se la jugaban al turco con sus fragatas ligeras por el golfo de Nauplio.
El sobrino Paul se apuntó a un barco inglés y se pasó todo un mes esperando la batalla. Después, un día, mientras limpiaba su pistola sin usar, le dio por controlar a ojo un atasco en el cañón... mientras sujetaba el artefacto por el gatillo. fue el final del joven Bonaparte que, evidentemente, había sacado poco de su tío Napoleón. En cambio, quizás sacó más de su otro tío, José. Sobre todo porque los griegos, en honor al mérito de la familia, se trajeron el cuerpo a Spetses y lo dejaron en la iglesia de San Nicolás. Allí al cura no se le ocurrió mejor manera de conservarlo que meterlo en un tonel de ron. Y ahí maceró unos años. Un día unos lugareños que se colaron en el convento un poco pedos olieron la flagrancia del ron de calidad y se sirvieron unos buenos vasos del tonel. Delicioso, al parecer. Pasados los años los griegos ganaron su guerra y un buen día se llevaron los despojos empapuchados al pabellón de luchadores ilustres. Spetses perdió una reliquia y una fuente de borracheras. Dicen que para entonces quedaba menos de medio barril.
El charlatán se toma un trago de tsipuros, que aquí tras semejante historia nadie bebe ron, y menos del añejo. Y sonríe picarón. Pero la historia es verdad; que en la iglesia hay una placa que la honra, y lo cuenta también Lord Cochrane en sus memorias (p. 120).
Como en todas las islas pijas, aquí los isleños son corteses y educados con el viajero. Nada que ver con los auténticos griegos de las islas, ariscos, cerrados y cabezotas. Hubo un tiempo en que, sin embargo, eran gente belicosa. Llegados todos de nuevo hace un par de siglos, y con ganas de parranda.
Todos los postes para amarrar barcos que se usan en el puerto son cañones robados a los turcos y clavados en el suelo en tiempos de la señora Bubulina, capitana de su propia flotilla de fragatas répidas y héroe del cerco de Nauplio. Pero a la señora la mataron por una venganza familiar y las fragatas pasaron a usarse para que los burgueses de Atenas cazaran tortugas; pasatiempo favorito en los descansos del Gran Hotel. Así cambian las cosas.
Algunas cosas, porque siempre queda el kafeneio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Datos personales

Mi foto
Aquí ahora, overwhere

VISITAS