¡Los dias felices son tan largos, y se hacen tan cortos!
En Nisyros los gastamos en las tavernas o de paseo. Apenas sacamos algún rato para otras cosas más previsibles, como nadar o pescar. En el puerto de Palli los pescadores nos regalan cebo cada día, pero a medida que ven que cada día pesco algo se van mostrando más y más reticentes. El último día dicen con ironía: si vuelves a diario es porque has encontrado un buen sitio. Nos vas a hacer la competencia. y casualmente ya no tienen ningún resto de pescado que prestarme. Sin embargo uso pescado seco del día anterior, y vuelven a picar.
Los peces que pesco son siempre del mismo tipo. Un pez de barro al que aquí llamán alemán. El nombre viene de que estos peces aparecieron por aquí a la vez que los alemanes, en la década de los sesenta. Hay que cogerlos con cuidado y sólo por las agallas, el resto de la piel tiene una fuerte toxina urricaria. La piel es dura y gomosa, pero la carne sabe deliciosa, al menos como nos la cocina la señora a la que se la llevamos cada día!
De todos los bares de la isla hay uno que, además de todo, es un poco nuestra casa. está lejos, en una aldea en lo alto de la montaña, justo sobre el crater. Es el bar de Vassilis y la aldea se llama Nikia. Cuando le dijimos a Vassilis que dormíamos en mandraki se puso a despotricar contra las grandes ciudades, que allí no hay quien viva, que el prefiere los amigos de su pueblo.
Mandraki tiene quinientos habitantes. Nikia cuarenta y cinco.
Esa proeza literaria provocó una bonita expresión en su madre: vergüenza de ti, le dijo. El momento de intensa felicidad se rompió porque si a esas alturas éramos incapaces de coger los vespinos y hacernos cuarenta kilómetros de curvas sin matarnos, beber un miligramo mas de alcohol significaba no arrancar siquiera el motorino. Vassilis me guiñaba el ojo cada vez que volvía a servir la última copa y al final, aprovechando que se había ido al baño, sus hijos y su mujer nos ayudaron a escapar a escondidas.
Mandraki tiene quinientos habitantes. Nikia cuarenta y cinco.
Cuando llegamos a su bar por primera vez nos pedimos té frío, porque teníamos que conducir. Nos puso el té y un vaso de raki (aguardiante destilado) helado. Nos lo bebimos por cortesía yentonces se sentó con nosotros y nos explicó que el raki frío hay que bebérselo de un golpe, para que no se enfríe. Y nos llenó los vasos. Yo le respondí "No, gracias." y él: "No, lo dijimos en 1940! Bebe y ya está!", así que bebimos. Así empezó todo.
Durante las siguientes tres horas en el bar nosotros sólo pedimos agua, té y cocacola, pero nos bebimos también algún vaso de vino y no menos de doce botellas de medio litro de cerveza fix. Además acabamos una botella de aguardiente y empezamos la segunda.
En medio de ese delirio alcohólico, interrumpido sólo para una serie de partidas de tavli con Manolis, el hijo mayor de Vassilis, terminamos dedicados al verso libre isleño.
En estas islas cuando se celebran fiestas y paneguiris la gente termina lanzándose poemitas de cuatro versos. la mayoría hechos de antemano, algunos improvisados. Vassilis es un artista del verso. El truco del éxito en estos casos está en elegir el adecuado para cada momento. Su primer poema traía un aire de Omar Khayan:
De esa serie salieron unos cuantos, bajo la idea general de que, como él dice, cuando caían rayos y truenos dios decidió crear a los borrachos. en estas Vassilis nos trajo un plato de pasticcio recién hecho por su mujer. La mujer y el otro hijo se unieron al grupo. Ella incluso se ganó unos bonitos versos a su pelo rubio. Pasamos así, en familia, a algunos versos sobre la igualdad natural, evocando esta vez a Manrique:No bebo para emborracharme,
y cuando estoy borracho no bebo,
y cuando estoy en compañia,
me lo bebo todo.
El cielo y el mar,tienen el mismo color,La fiesta privada fue a más con una facilidad deliciosa. Y nos dejamos llevar incluso a versos bastante más picantes. Para entonces mis conocimientos de griego habían aumentado con una bonita expresión: ¡gamato!. Viene a significar 'de puta madre', y si se usa para alabar unos versos hace reír siempre a los amigos:
los ricos y los pobres,
terminarán en la misma tierra.
Luna que tu estás,Era un homenaje sincero a su señora, que se lo tomó con cierto rubor. Pero entonces el hijo Manolis, que también hace sus pinitos en versos se lanzó al ruedo de los amoríos adolescentes:
detrás de las nubes,
sé valiente, coño,
que no veo el momento de follar!
Bajo la luz de la luna
pienso en ti y lloro,
depués lo pienso de nuevo
y digo: que te den.
Esa proeza literaria provocó una bonita expresión en su madre: vergüenza de ti, le dijo. El momento de intensa felicidad se rompió porque si a esas alturas éramos incapaces de coger los vespinos y hacernos cuarenta kilómetros de curvas sin matarnos, beber un miligramo mas de alcohol significaba no arrancar siquiera el motorino. Vassilis me guiñaba el ojo cada vez que volvía a servir la última copa y al final, aprovechando que se había ido al baño, sus hijos y su mujer nos ayudaron a escapar a escondidas.
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