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02 septiembre 2009

Paisajes afric anos.

Estos días Abobo amanece siempre entre bruma. Las calles de arena estan humedas cuando salgo a comprar el pan, a eso de las seis media. Aunque es muy temprano a esa hora ya una pandilla grande, sobre todo de niñas, en la puerta de nuestra casa, esperando. Aun estan blanditas  cuando meto la mano por la cancela para abrir, todas intenta besarmela. Beos pequenitos, de buenos dias. Luego subo hacia la 'tienda' de la esquina. En el camino un par de chiquillos se acercan a darme la mano chasquendo la mano, como se hace siempre en Africa. Al llegar al cruce y cruzar me llegan voces con mi nombre desde todos los lados. Pablo, pablo, pablo. Intento saludar a todos con la mano o una sonrisa, pero se me escapan algunos. Me dan una baguette y me llenan una bolsita con algo de aceite y me lo apuntan en la cuenta. Cuando me doy la vuelta con las compras otros dos ninios me saludan a voces desde el techo de una casa destartalad; otros tres o cuatro desde el puestecillo de aitiké. Es temprano y me parece que he salido a pasear por mi barrio.
El proyecto esta del todo encauzado y supongo que tendra cierta continuidad; ahora he propuesto que empecemos un cuaderno on notas individuales sobre cada ninio del grupo. Al empezar a rellenarlo me he sorprendido de la de detalles que uno aprecia, sin darse cuenta, en algunas semanas de convivencia diaria: a Francis se le tranquiliza mostrando que iene una situacion privilegiada con cualquier tonteria (sentarlo en mi mesa basta), a Ami conviene castigarla slo unos minutos, porque cuando se la vuelve a dejar entrar se siente agradecida y deja de hacer la tonta, Marcelline copia todo de su hermana Sandrine asi que hay que separarlas, Maman es incapaz de trabajar mas de quince minutos seguidos y hay que darle cierta libertad a ratos, N'fa se junta solo con ninios mas peques porque se aprovecha de ellos ya que los de su edad lo marginan, Abe es tan listo que se aburre si no se le exige mas y mas, Franck y Rafiatou solo trabajan bien si se esta encima de ellos a cada minuto diciendole exactamente que hacer...
Al empezar la cuarta semana uno se ha acostumbrado del todo al sitio. Como si hubiera vivido aqui agnos. Por las noches, cuando volvemos del maquis, salto automaticamente el barro y los canalillos de aguas fecales que hay en la mitad de cada calle; sin linterna y con un automatismo que da miedo, prque es como cuando eras ninio y te conocias los charcos de tu barrio, y las piedras los agujeros de la tierra y hasta las arrugas de los arboles. El otro dia pase por un espejo y durante una milesima de tiempo me choco ver un blanco gesticulano al otro lado.
Pero impresiona mucho mas salir de Abobo; no solo de las calles de barro y miseria de nuestro sector, sino del barrio mismo, que es un entramado de miles de tenderetes y chiringuitos lleno de bakas (furgonetas minibuses de colores que hacen recorridos establecidos), woro-woro y taxis. Pero Abobo solo es un barrio de Abidjan. Abidjan es mucho mas; Abidjan es inmenso, superpoblado, polvoriento, bullicioso, sucio, repleto, cargante; masivo. Incluso tiene algunos barrios elegantes. Al pasear por el Plateau uno se lleva una sorpresa:hay un Abidjan con tiendas, parques, 4X4, mercedes negros, camaras de foto digital y hasta algun cajero automatico. Un Abidjan con semaforos y un ambiente que recuerda levemente el centro de Tegus o incluso Caracas. Como todo es cuestion de con que lo compares, hay quien encuentra africano y exotico el Plateau y a nosotros nos parece como volver a Europa.
Nada que ver con la que formalmente es la capital del pais: Yamousoukro, que es solo un poblado. Un poblado fundado por la abuela de Boigny (el que inedependizo Costa de Marfil de Francia y fue luego gran presidente vitalicio) y del que el mismo era alcalde. Yamousoukro esta justo en el limite entre la selva y la sabana, en un paisaje plano y africano bagnado de lagunas con caimanes. El viejo decidio honrar su poblado y se dedico a construir edificios gigantescos en medio de las calles polvorientas. El mas impresionante de todos: una copia de la basilica de San Pedro del Vaticano, ligeramente mas grande. Es el mayor templo catolico del mundo. Un adefesio en mitad de la nada africana que no pega ni con cola. Fuimos un domingo a verla y noc cruzamos con el mismisimo presidente Gdabo, rodeado de cardenales, que vio dos blancos en el publico y nos dio la mano y todo. Pero el mundo en general y Africa en particular siempre se imponen a cualquier locura. Al ver de cerca la copia del vaticano uno descubre que la selva empieza a reconquistar su terreno; por mucho que lo cuidan y lo restauran hay paneles que se caen, vidrieras sucias y pasillos donde empieza a crecer la hierba. Una locura que recuerda los tiempos en que Costa de Marfil era uno de los paises mas ricos del continente. Y sigue siendolo en parte, aunque en Abobo no se nota.
Agoto mis ultimos dias en el proyecto saliendo por la noche con los amigos. Hemos encontrado un maquis donde ponen sopa de cabrito deliciosa pero muy picante y a los amigos se les suelta la lengua. Marcel es uno de mis mejores amigos aqui y ademas no de los mejores catadores de kapango del pais.
Marcel se crio en un poblado al norte de Bouake que parece de pelicula, todo de grandes chozas redondas de muros de tirra y techo de paja. Por las noches viene siempre con su amigo Francis, que se crio con el en el pueblo. Los dos iban al colegio juntos (el otro, que entonces era bajito y canijo y no el apuesto prodada, galan de maquis de ahora, siempre hacia de portero) y Francis ven siempre a recoger a Marcel.La madre de Francis vendia croquetas en un puestecillo y la de Marcel kapango, que e suna cerveza casera delpais que fabricaba ella misma en casa. Cada mañana justo antes de salir hacia el cole su madre le daba a Marcel a probar un trago de kapango en una calabaza (el kapango siempre se bebe en calabaza, necesariamente) y le preguntabasi le picaba en la lengua. La bebida es fermentada y si picaba entonces es que habia salido buena. Y asi es como Marcel se convirtio en un experto catador de kapango.
Ya he empezado tambien a avisar a los enanos de que los dos blancos nos vamos; sin exagerar, para que no se encargnen, que no es plan, porque de lo que se trata es de que se enganchen al centro, no a nosotros. El caso es que lo que mas les impresiona es lo de que me voy a subir en un avion.
Todos los ninios del barrio me han hecho prometer que cuando pase en el avion por encima de Abobo voy a decirles adios con la mano por la ventanilla. Ellos prometen hacer lo mismo.

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