Karimunjawa. Todo el que ha estado aqui utiliza siempre la misma expresion recurrente: "el ultimo paraiso perdido". Es un archipielago de 27 islas a ochenta kilometros del puerto de Jepara. Antiguo refugio de piratas malayos (tantos recuerdos de Emidio Salgari) que se parece en su forma a java, y de ahi su nombre. Son quizas las ultimas islas de los mares del sur de los libros de Joseph Conrad a las que aun no han llegado los turistas, tan solo un centenar al anio, segun las cifras triunfalistas del alcalde del poblado. Porque en la isla central, que es una de las tres unicas habitadas (una isla grande con todas sus cosas: su volcan, su selva, sus monos,...), esta el poblado. No debe de haber mas de dos o tres mil habitantes. desde luego menos de una docena de coches, algunas motos mas y unas pocas calles. las casas son de madera, todas con porche, las calles de tierra. Hay ambiente de poblado tropical donde el tiempo se ha detenido. Nada que hacer en todo el dia, pero todo el mundo se conoce, la gente es abierta y hospitalarias y de noche se ven millones de eestrellas como si alguien hubiera agujereado el colador del cielo.
Es el sitio mas felizmente hermoso en el que he estado jamas y han sido dias perfectos con la gente perfecta. Alquilamos una barquita y por la manianas paseamos entre islas de agua turquesa. Buceamos entre los corales, pescamos y nos comemos lo pescado en una barbacoa entre cocoteros. Dias de conversaciones largas sobre tantos temas...el placer de hablar y de contar historias. Al volver, cada tarde, cafe en el bar de Ester mientras vemos la puesta de sol. cenamos en casa, con mister Arif, que nos ha alquilado un par de habitaciones basicas, junto a varios biologos indonesios que estudian las tortugas de mar. Nos duchamos en su banio y salimos a bebernos unas cervezas clandestinas (en el poblado hay ley seca musulmana que todo el mundo se salta) en la oscuridad del puerto o de la playa. Nunca unos dias han sido tan relajados; formamos un equipo bastante bien sincronizado en el trabajo y en el paraiso nos llevamos bien. Nunca habia habido tertulias tan largas.
Viajar. Apoyados en una canoa, de noche, hablamos de las praderas de Mongolia, les cuento la historia del vino en georgia, que es el unico pais que nadie sabe si es europeo o asiatico. Momo nos cuenta un experimento sobre enfermedades psicosomaticas y Lianne habla de tigres y falsos monjes en Tailandia. Peter esta obsesionado con Robert Mugabe y lo esquivamos hablando de nosotros. Al final siempre se acaba hablando de la historia del calendario y de los meses, y luego de la brecha entre quien viaja y quien nunca se mueve. La vida relajada. De vuelta a casa cada noche nos sentamos una hora con los borrachines del poblado, a beber aguardiente y, sobre todo, tocar canciones con la guitarra y los timbales. El pacto siempre es el mismo, tres canciones javanesas por tres europeas.
La vuelta de Karimunjawa ha sido la mayor odisea que recuerdo. Uno de los motivos de que no vayan turistas es que solo hay un ferry a la semana. Para volver a tiempo, nosotros contratamos una barquita de pesca que nos llevara a Jepara. resulto ser una barca vieja de cuatro o cinco metros de larga, de madera y bambu. Como la cabina es muy baja y esta inundada, tenemos que hacer el viaje tumbados en el techo de bambu, aspero. Sin baranda. Y resulta que el mar esta bravo. Una tormenta que no soportaria ningun aficionado a las montanias rusas o los deportes de riesgo, entre quienes no me encuentro. Fuero siete espeluznantes horas de viaje, la mayoria entre olas de tres metros de alto que nos pasaban por encima. Empapados, perdiendo parte del equipaje, nos agarramos a lo que pudimos, y entre nosotros, para que nadie se cayera al mar. La barca saltaba de ola en ola amenazando con reventar y el motor pasaba mas tiempo girando en el aire que en el mar. Hasta los dos tripulantes se asustaron y durante dos o tres horas estuvimos a punto de no llegar. El viaje mas arriesgado, mas cerca del naufragio en el que nunca antes me embarque.
Ahora ya, a salvo, todo se vuelven historias que contar. Pierden el calor que tiene al estar cerca. Se vuelven narracion y desaparece ese miedo que pasamos, igual que desaparece la sensacion de cada dia al entrar en el callejon de Poncol o la comodidad de mirar alrededor y ver siempre a alguien del equipo que sabe lo que necesitas y que te esta apoyando.
Final del viaje.
(Todas las fotos del viaje en: http://www.flickr.com/photos/97307277@N00/sets/72157601964008161/ )
(Video de la barca tras la tormenta: http://www.youtube.com/watch?v=HlSB3oes2mI )
¿Qué maravilla Joaquín! Y qué enviadia sana (sanísima) por poder hacer algo parecido... Tienes un aspecto cojonudo en las fotos, tío... parece que las enfermedades no han dejado huella, al menos exteriores (porque no te quiero imaginar en la intimidad... :o).
ResponderEliminarTengo muchas, muchas ganas de echar unas cervezas y charlar contigo como antes hacíamos durante horas, mamona. Te echo de menos... (a todos y todas). ¡Ah! Una cosa... Joaquín, deberías plantearte seria, seriamente, pubicar o hacer algo con tu material escrito, con tus vivencias. No sé macho... yo cada año veo que escribes mejor. Un fuerte abrazo:
Juanma
P.D: Berlin es, simplemente, UNA PASADA... Me ha cautivado.
'Publicar'... quería decir 'publicar', no 'pubicar' ¿En qué coño estaría yo pensando?
ResponderEliminarTan emocionante leerte como siempre, Tusitala.
ResponderEliminarqué envidia juak. A ver si me lo cuentas delante de una caña, que en madrid no hay leyes secas ni chochás de esas...jejeje. Mua
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