Uno nunca se acostumbra a la miseria. La miseria te duele siempre a la altura del estomago, por mucho que la veas a diario. En Poncol los ninios se ganan la vida cantando por la calle, ayudando en el mercado central o simplemente mendigando. Eso es pobreza y a eso uno puede acostumbrarse. Incluso a saber que las madres se dedican a la prostitucion y los padres cargan sacos en la estacion de tren. Asi es como se ve de lejos. Cuando uno se acerca el detalle duele. Hoy pasamos algunas horas con una familia que aunque tiene una chabola en Poncol vive en verdad en el vertedero del mercado. Viven de vender los ajos que rebuscan entre la basura y el carbon que sacan de un bosque en las afueras. Viven literalmente en la basura.
El resto de mis ninios no llegan a eso pero todos, sin excepcion, estan enganchados al pegamento que esnifan en bolsas de plastico. Ademas, la mayoria de los ninios de Poncol sufren abusos sexuales. Cuando son mayores se trata, directamente, de prostitucion; sin embargo con los mas pequenios sucede que son amigos, companieros o algun adulto los que abusan continuamente de ellos. Hay una ninia de doce anios que vive con el representante del poblado, que la usa exclusivamente, de juguete sexual. Cuando el no esta la ninia se une a nuestros talleres. El oregami se le da muy bien.
Este pais esta lleno de contrastes y en ellos tambien vivimos nosotros. Entre la estacion de Poncol y el mercado central esta el bonito barrio arabe. De casitas de madera y lleno de plantas y pajaros. Nuestros ninios pasan camino del mercado y se mezclan con otros, bien vestidos y mas infantiles que salen o entran en las madrasas del barrio. Solo un par de ratas muertas e hinchadas que flotan en un canalillo nos recuerdan que seguimos en Semarang.
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