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15 septiembre 2017

PIEDRAS DE KERKENAH

Kerkenah son dos islas situadas enfrente de Sfax, la ciudad marítima por excelencia al sur de Túnez. Están muy poco pobladas, con apenas un par de aldeas de pescadores. El paisaje es mediterráneo y agreste. Poco árboles, calas rocosas y colinas suaves de tierra. Es un sitio agradable para descansar algunos días.
En Kerkenah hubo una guarnición púnica. Luego otra romana. Y después una otomana.
De esa época queda Borj El Hsar, un fuerte de piedra arenica que se mantiene desgastado por el viento y el tiempo pero en aparente buen estado, perfectamente visible en una loma que baja hacia el mar.
A sus pies, en una pequeña llanura que termina en la playa han excavado las ruinas de una pequeña colonia romana y púnica. Hay trozos de calzadas, muros de casas, columnas... y mosaicos.
En verdad, los mosaicos no están a la vista. Están tapados con arena de la playa para protegerlos. Sin embargo, a nada que se le sugiera, el guarda de las ruinas está encantado de enseñarlos. Incluso aunque el visitante se haya colado desde la playa, pasando por encima de la verja de alambre tumbada que rodea el lugar.
Se llama Faruk. Es un hombre solitarios. Muy moreno por los días enteros pasados al sol. Vive prácticamente tumbado, en la única habitación del fuerte que aún resulta habitable, dedicado esencialmente a fumar. Chapurrea francés y tiene las manos muy largas con las turistas. No duda en aprovechar cualquier ocasión para intentar sobarlas y vengarse así de la soledad de los días en ese paisaje de arena y viento.
Al vernos de lejos vagando entre las ruinas, Faruk baja a vernos. Explica que los suelos púnicos se reconocen porque están hecho juntando con argamasa pedacitos de cerámica roja. Luego nos lleva a ver los mosaicos romanos. Es tarde, va a atardecer pronto, y Faruk debe de estar cansado porque no termina de dar con ellos debajo de las pequeñas dunas de arena. Las remueve suavemente con el pie, por varias partes, pero no aparece nada. Se pone a escarbar con más energía. Intento ayudar y, con suavidad me sumo a la búsqueda con las manos y descubro fácilmente un trozo de mosaico hecho con teselas cuadradas blancas y negras, formando figuras geométricas. 
Entonces a Faruk le entra el entusiasmo. Pasa el pie por encima con fuerza, limpiando la arena para ampliar la superficie visible. Con tanta fuerza que montones de piedrecitas blancas y negras saltan a todos lados. Por un momento parecen estrellas en mitad de la arena. Pero... de pronto ha desaparecido el mosaico. Sólo se ven piedras desordenadas y amontonadas, ni rastro de los preciosos dibujos geométricos. Faruk tose y vuelve a cubrirlo todo rápidamente con arena. "Bueno, vamos a ver el fuerte!".

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