El viajero llega a Atenas informado a ilusionado. Porque el viajero lee los periódicos y ve la tele y sabe lo que está pasando en Atenas. Pero estar aquí no se parece en nada a imaginarse aquí. Pasear por las calles de Atenas estos días es llenarse de informaciones y de ilusión, por muy lleno que hubiera llegado uno.
La primera cosa que se aprende es que la cosa es mucho más gorda de lo que parece. En los primeros días después del asesinato de Alexis la gente que se echó a la calle descargó su furia contra todo tipo de bancos, multinacionales y negocios caros de manera extensa y concienzuda. He visto al menos siete u ocho edificios grandes, de dos o tre splantas completamente quemados, derrumbados por dentro. Además han ardido completamente muchas tiendas grandes, sobre todo de ropa, tipo Zara o H&M. Quemadas por completo. Muchísimos más negocios han sido saqueados y es prácticamente imposible encontrar una tienda por el centro de Atenas que no tenga las lunas de los escaparates rotas.
En cuanto que el viajero se ve envuelto en los primeros incidentes se da cuenta de que a la policía le están exigiendo contención. La primera experiencia chocante es descubrir que las pandas de policías con máscara antigás, cascos y escudos y armaduras no golpean a los curiosos. Basta quedarse quieto y echarse a un lado para que la fila de brutos pase a tu lado con la porra en la mano pero te ignore soberanamente. Tampoco disparan pelotas de goma: se lo ha prohibido el gobierno que tiene pánico de cualquier herido grave. Así que el principal arma de disuasión policial son los gases lacrimógenos. Eso sí, lo usan constantemente y de manera indiscriminada. Llevan unas pequeñas mangeras que abren y con las que rocían al personal. En casos extremos tiran a mano latas de gas que parecen granadas.
En pocos días uno se acostumbra a esta especie de guerrilla urbana como algo natural. La ciudad sigue su curso a pocos metros de las carreras y las explosiones. Muchas tiendas reponen sus escaparates justo después de que se los rompan, pero algunas después de sufrirlo varias veces han terminado por sustituirlos por planchas de acero.
Y sin embargo la gente no está mayoritariamente en contra de las protestas. La mayoría de griegos con los que he hablado, incluyendo dueños de tiendas, artistas, padres de estudiantes y taxistas están a favor de los jóvenes. Quizás opinen que a veces se pasan pero en general apoyan la protesta y creen que tienen razón.
Durante el día hay manifestaciones multitudinarias. Miles y miles de personas. Mezclados los estudiantes de instituto con los viejos militantes comunistas. Son manifestaciones grandes y pacíficas, a lo sumo vuelan contra los ecsudos de la policía algunos huevos o globos de pintura. Como siempre los incidentes son la final y ahí los que se comprometen realmente son menos, apenas unos cientos y en su mayoría jóvenes universitarios.
La universidad, sobre todo la Politécnica y la Facultad de Derecho son los cuarteles de los manifestantes más lanzados. Están permanentemente okupadas desde hace una semana. Centenares de jóvenes viven en la Facultad. Se cocina en el patio, se come en las cafeterías, hay asambleas en las aulas más grandes y se amontonan las piedras y los ladrillos en cualquier puerta. Las calles que dan a la politécnica están todas bloquedas con coches quemados. Para llegar hasta allí la policía necesitaría, entre otras cosas, un par de excavadoras.
En el patio edificio de la facultad de derecho y políticas había un monumento de 1973 dedicado "a los jóvenes que lucharon contra la dictadura". Alguien ha cambiado la palabra dictadura pro democracia. esta democracia.
Κάβρονές!!
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