Da más, Quino! Aunque parezca una broma damasco esta lleno de damasquinados. Es así, una ciudad previsible en la que uno casi habría estado ya antes. Es una ciudad sobria y equilibrada en medio del tráfico inmenso, las innumerables callejuelas torcidas y polvorientas, el bullicio del zoco omnipresente... pero tiene cierto orden. Damasco no se valora a primera vista. Es una ciudad que ahuyenta a los turistas, sin sorpresas espectaculares... y ahí nace su encanto. En los cafés escondidos, en pequeñas terrazas clandestinas, en la literatura. Mucha literatura y mucha religión... o menos religión. Que Mahoma no entro en Damasco, dicen que porque no quería ver el paraíso antes de morirse. Yo creo que para llegar a Yarmuk a tiempo de derrotar a los bizantinos. En el mismo sitio en el que hoy se alza un inmenso campo de refugiados palestinos. Una ciudad enorme de derrotados.. Cuestiones de religión. En fin, que la ciudad es resbalosa para los santos. Si no que se lo digan a San Pablo, que se resbalo del caballo, se dio un golpe y tuvo que refugiarse en la casa de Ananias hasta que se escapo de Damasco en una cesta. Escaparse de Damasco, como Lawrence de Arabia, al que los turcos aquí le hicieron lo mismo que los negros de África a Bruce Chatwin. Y quedo igual de tocado para siempre. Y en ese enjambre paseo. Aquí el concepto de perro no muerde pero el concepto de mujer si excita. Las chicas (y las grandes) tapadas inspiran los mismos piropos que si fueran desnudas, la misma lascivia. Dicen que en Afganistán piropean a los burkas, será eso. Un escritor damasceno bastante irreverente dice que "mientras mas las tapan, mas bonitas las veo", cosas de la imaginación. No es Marrakech ni es Isfahán, pero el zoco y las especias se parecen a esas dos ciudades provincianas... aires de capital desde que vinieron los turcos, y luego los franceses y luego formó un país con Egipto y Libia... Libia! Dicen que en el mundo hay catorce ochomiles y hay quien dedica su vida a subirlos (y en el mejor de los casos, bajarlos). Yo he perdido ya la cuenta de los países del eje del mal pero después de pasar por Irán, por Cuba, por Venezuela, por Siria, creo que va siendo hora de pedirse un visado para Corea del Norte. Damasco es un eje, pero de coordenadas. Ajeno al mediterráneo tanto como al desierto, aislado y escondido. Como debe ser.
Islam izado. Decía en mi último mail que la religión resbala por Damasco, y no es del todo verdad. Me corrijo después de pasear por los barrios cristianos de damasco y Alepo, entre las rubias con su jarra de cerveza almaza en la mano y sin velo. Y las morenas sirias libanesas que cuando se les ve el pelo son guapísimas. Me sentí mas cristiano que nunca aunque mi corazón este económicamente con los árabes, que casi no manejan pelas. Mas cristiano que nunca... o que casi nunca. Justo antes estaba en una peluquería cortándome el pelo. El barbero me ofreció un completo (no pensar mal) y mientras me repasaba el cuello con una navaja de esas de las antiguas me dio por mirar al espejo y lo vi lleno de estampitas de un imán chiíta muy radical. Soy un cobarde. Por un momento me vi convertido en victima del choque de civilizaciones. Temí que le entrase un arrebato al barbero y deseara aportar su granito de arena a la Yihad. Se me puso el vello de punta. Tanto que el apurado fue perfecto, no hay mal que por bien no venga. El barbero me dio un pellizquito en la nariz y me dejo un flequillo a lo Bachad Al Assad. Con un bigotito diminuto seria absolutamente el look que se lleva aquí. El flequillo al lado es a Siria lo que la barba de tres días a la Republica islámica de Irán. Y Bachad, mano dura. Guante de hierro en puño de acero. Su papa no vacilo en 1982 en bombardear el centro antiguo de Hama donde 25 mil revoltosos querían cambiar el sistema. Se los cargo a todos y hoy la ciudad es clavadita a Mostar después de la guerra. Y llena de viudas, huérfanos...y retratos inmensos del protagonista. Así acabo con el fundamentalismo. Y a mi me persigue. Más allá de los barberos inocentes. Todos los momentos históricos destacados de estas tierras, todos los monumentos, tienen que ver con invasiones occidentales: los romanos, las cruzadas, los protectorados. Lo mismo en las inmensas ciudades romanas de Palmira o Apamea, que en los castillos cruzados y las ciudadelas árabes, o en los restos de Lawrence de Arabia. Lo peor son las cruzadas. Es como lo del 11-S pero a lo bestia. Las ciudadelas árabes de Saladino, como la de Alepo, recuerdan a la de Bam en Irán, que se uso para rodar la versión cinematográfica de "esperando a los bárbaros". En cambio los castillos cruzados, como el crack, son inmensos, sólidos. El gótico en mitad del desierto sirio como que suena un poco impuesto. Algo hay de recuerdo de esas masacres en los fundamentalistas de ahora, y yo me di cuenta en la isla de Arwad, en la costa siria. Un pueblo árabe de callejuelas intrincadas en una colinita...y abajo en la playa, de pronto, en mitad de la nada, entre piedras... una mole inmensa, resto de una enooorme muralla cruzada, casi hundida en la arena. De pronto aquello parecía el final de "El planeta de los simios" y yo era Chaltron Heston y la historia se repite. Y para repetido este país de gentes acogedoras. Ya he estado en dos ciudades que afirman ser -cada una-la mas antigua de la humanidad y he visitado dos sepulcros diferentes de San Juan Bautista. En los dos veneran su cabeza cortada... que tal vez sea la que le falta al cuerpo decapitado de Vlad Tepes (el conde drácula) en su sepulcro en Rumania; no hace mucho lo abrieron y descubrieron que solo tiene huesos de animales. En fin, que viajando viajando uno se siente cada vez más cercano a estas tierras y la diarrea no impide añorar desde ya a esos árabes tranquilos que me rodean. Que pestiñooooooo!
Libando Líbano: soldados y fuegos artificiales. A primera vista (y no es el rechazo a Maruja Torres) es el país más pijo que uno pueda encontrarse en esta parte del mundo: millones de bancos, costa muy edificada, gente con ropa y coches y joyas que se creen que están en Montecarlo o la costa azul. Un desastre!! Menos mal que cuando uno se mete un poco en el país todo mejora. Y Beirut puede llegar a ser entrañable. La costa, con montañas que se meten en el mar y su carretera costera parece Dalmacia o Italia. En Beirut se huele aun la guerra, pero de lejos. No hay mal que por bien no venga y los mismos que capitaneaban las falanges, facciones, guerrillas y partidos armados que se peleaban unos contra otros son ahora los que han invertido en un proyecto millonarísimo de especulación por el centro de la ciudad. Ellos que lo arrasaron todo se han quedado ahora con las ruinas, las han demolido del todo y en su lugar construyen un Beirut gigantesco repleto de apartamentos de lujo, joyerías y tiendas extraexclusivas de moda. Debajo restaurantes de diseño y bares sicodélicos. Así han reconstruido un centro de Disneilandia. Varias calles y mezquitas y iglesias idénticas a las que había antes...solo que de otro material, de una piedra muy parecida al cartón, limpia y brillante. Los interiores son todo de lujo y los edificios de venden por trillones y trillones de dineros. Un desfase. Eso si, queda la Corniche, como diría la Torres. Es un paseo marítimo muy al estilo del malecón de la Habana. Aun se llena de gente paseando, nadando, pescando. Al atardecer familias enteras se instalan en el paseo, se sientan en sus sillas o en el suelo, fuman sus narguiles, se preparan te. Algunos hombres juegan a las palas como si fuera la playa. Pasan carritos de maíz hirviendo o de dulces y a lo lejos se oyen los gritos del muecín o el escándalo de las campanas cristinas que compiten con él. Pequeños placeres de los que esta lleno Beirut, abierto y cosmopolita. Las muchachas musulmanas practicantes se ponen una camiseta negra y un pantalón del mismo color y encima... minifaldas o vestidos atrevidísimos. Que la moda y el lujo no se contradigan con el Corán. Y lo más apasionante, la política libanesa. Uno lee los periódicos franceses de la ciudad y recuerda la pasión juvenil por este país dividido en cuatro grupos (maronitas, drusos, sunnitas y chiítas) que a su vez se dividen cada uno en dos. Vuelve Walid Jumblat, el que era apuesto guerrillero druso que se lió en una tórrida aventura con la joven esposa de en Alberto Moravia muy decrépito. Vuelven los pactos y los acuerdos. Y entre los restos de la guerra un libanés insiste en que la convivencia de tantas gentes es una prueba viviente de que este es un país tolerante y democrático. Debe ser el espíritu del 14 de marzo, el nuevo espíritu de sentimiento nacional surgido tras el asesinato de Hariri y la marcha de los sirios pero...no se. Tal vez sea un modelo de convivencia pero... que modelo? Hmmm, pánico me da. Y comparo este Beirut limpio, moderno, cosmopolita y liberal con mi viejo Damasco. Allí, como no son capaces de conseguir que nadie respete los semáforos han llenado la ciudad de pasos elevados y subterráneos para que los peatones puedan cruzar la calle. No se si es posibilismo o asumir la fatalidad, pero el caso es que por ahora no acaban a tiros... bueno, tampoco los deja su dictadorcillo. Cualquier sabe qué va a ser peor.
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